14.2.07

La Sagrera per internet.

Ahir, tot navegant pel món del "world wide web" vaig trobar-me l'escrit que aqui sota us enganxo.


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CONTRASTE ENTRE DOS MUNDOS

Por Sabrina Carrera

A primera hora de la mañana, cuando el cielo todavía está oscuro y promete un nuevo día de lluvia, la parada del metro de La Sagrera ofrece un escenario peculiar: en el fondo, las huellas de la inundación del día anterior, que cortó la circulación de la línea 5; en la superficie, la zona de trasbordo que, por culpa de las obras de la Meridiana, se ha trasladado a la calle.

Dos vías peatonales han sido pintadas en la acera y cruzan dicha avenida. Sorprende observar cómo la gente no sólo respeta esta organización sino que, además, no sale de las marcas viales. Ante semejante espectáculo, resalta el contraste entre un modo de transporte sinónimo de modernidad, como es el metro, y el método antiguo utilizado para reproducir el camino subterráneo cerrado por obras. Quizás sea también el anuncio de lo que se puede observar en el barrio de La Sagrera: un contraste permanente entre lo antiguo y lo nuevo, entre la arquitectura de principios del siglo XX y la de estas últimas décadas que subraya la presencia de los edificios en ruina en numerosas calles de esta zona.

Entre la avenida Meridiana y la calle Felipe II, pequeñas calles o “passatges” tejen la tela del corazón de La Sagrera. En una plaza sin nombre se alza la escuela “El Sagrer”, diseñada como una flecha que crea una esquina en un espacio sin definir. Dos edificios completan esta presencia contemporánea y abren el camino hacia unas calles más estrechas y descompuestas. Esta vez el escenario parece ser el de un viejo teatro de los años treinta o cuarenta, en el que ya casi no se percibe ni rastro de vida humana.

Lejanos ruidos de las fiambreras cerrándose al amanecer, olor a café de puchero: los fantasmas del barrio obrero se confunden con algunos vecinos del barrio que probablemente van a trabajar o llevan a los niños a la escuela. Pero cuando se quedan las calles vacías y sólo se escuchan al fondo las ruidosas avenidas que unen el barrio con el resto de la ciudad, las fachadas de las casas de dos plantas parecen decorados hechos de cartón y madera barata.

En el passatge de Coello se encuentran casas de 1923 y todavía se pueden ver sus antiguas numeraciones. Algunas fachadas han sido decoradas con trozos de azulejos de colores variados y otras con relieves del mismo color que los muros.

Las casas abandonadas ofrecen una visión desoladora y subrayan la larga ausencia de sus últimos inquilinos. Terrazas llenas de plantas o escombros cubren sus techos como sombreros mirando al sol o a las nubes. Pegado a este pasaje se encuentra un callejón sin salida, el passatge del Doctor Torres, que está en obras. Diecisiete bajos lo componen, aunque algunos parecen inhabitados. La sensación que se desprende es extraña: se escuchan ruidos lejanos de la colapsada Meridiana pero parece que se está paseando por una calle cuyos límites se confunden entre lo real y lo irreal, entre un mundo y otro.

Una mujer de cincuenta años, con la tez suave y lisa, sale a la esquina y mira a un lado y otro de la calle. Luego, tras unos instantes que parecen eternos, suspendiendo el tiempo, vuelve a meterse en su casa, las manos en los bolsillos. Sus viejas alpargatas han levantado el polvo de la obra, ¿o ha sido la niebla de los fantasmas?



    Igual que estos dos pasajes, sus habitantes parecen salir de un territorio lejano e indefinido. Cabe preguntarse quién vive en estas casas y si se han llevado a cabo proyectos de rehabilitación. Un espacio tan peculiar no puede desaprovecharse, pues estas calles antiguas son el alma de los barrios. Estos han crecido desmesuradamente y en su afán por encontrar una perspectiva de modernidad, ojalá no pierdan de vista la riqueza de sus zonas “viejas y destartaladas”.



      En algunas calles de La Sagrera, por ejemplo en la Carrer Mossèn Juliana, se han rehabilitado ciertas casas, respetando el modelo antiguo pero con un diseño y materiales contemporáneos. Junto al timbre de estos pequeños edificios, resalta el ojo de la cámara del interfono. La presencia de este objeto, producto de las nuevas tecnologías, destaca, una vez más, el contraste que existe en este barrio entre un mundo antiguo y otro contemporáneo, entre un mundo casi desaparecido y un mundo que queda por construir: frente al ojo frío y tecnológico de la cámara se encuentran los ojos rotos, las ventanas medio abiertas de las casas en ruinas.


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        Aquest escrit el podeu trobar a l'adreça web de "El Mundet". Aquesta web està mantinguda pels estudiants que any rere any formen part del Master en Premsa BCNY. Cada any tots els estudiant participen en l'elaboració dels continguts.



          L'edició 2006 del Master tractà sobre els barris, les comunitats, els problemes que sorgeixen de amb la convicència i les solucions que es donen a aquests des de àmbits tan diferents com la política, l'economia i l'urbanisme.



            1 comentari:

            Anònim ha dit...

            Muy chulo el escrito.